
Se acercó a una de las dependientas y de forma muy educada pidió la película en cuestión. —Buenas tardes señorita— dijo con una sonrisa.
—Buenas tardes, ¿Qué desea?— le respondió
—Verá, uno de mis nietos me ha pedido una película pero no puedo recordar el título. Me parece que es sobre las aventuras de una tortuguita...
Y justo antes de que la dependienta dijera nada, mi abuela exclamó.
—¡Emmanuelle!—
—Señora—afirmó muy seria la dependienta. —Espero que usted esté buscando Manuelita.
Mis tíos aún agradecen la agudeza cinematográfica de la dependienta quien salvó a mis primos de una prematura pérdida de la inocencia.
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