25.1.08

De compras por Madrid

Es mi tía una gran madre y ama de casa que vive en un barrio de lo más agradable en Madrid. Cada mañana pasea por la zona para proveer al hogar de alimento, ropa y una vez a la semana ilusión. Es mi tía también una gran dicharachera, que conoce a todo el barrio y con quien la gente gusta de conversar.
—Buenos días Señora. ¿Lo mismo de siempre? ¿Qué tal los niños?
También es buena conocedora de sus vecinos, algunos padres de compañeros de sus hijos, otros paseadores de perros amigos del suyo.
—¿Cómo va todo? ¿Vas a llevar al mayor de los tuyos a la fiesta de Paloma? ¿A qué hora hay que irlos a recoger?

En aquella ocasión mi abuela estaba pasando unas semanas con mi tía en Madrid y decidió acompañarla en su deber matutino. Tras hora y media de compras mi abuela ya estaba un poco molesta con la afición parlanchina de mi tía; que si este es el padre de Fulanito que va a la clase con Menganito. Que si aquél es el carnicero del otro barrio que se mudó a este y siempre me guarda el mejor corte. Que si a esta la conocí paseando a uno de los pequeños y nos hemos hecho grandes amigas. En fin, que mi abuela estaba un poco molesta porque mi tía se había decidido saludar a todo el mundo y aún era hora de que le presentara a alguien.

Al volver a casa alguien llamó a la puerta. Mi tía entró en la casa a buscar algo y la dejó en el umbral. Mi abuela, ni corta ni perezosa salió a saludar. Estaba un poco harta de que su hija no le presentase a nadie.

—Hola, soy la mamá de Eva—
—Ah, bueno— respondió la señora.
—¡Qué maleducada! Pensó mi abuela, y se quedó frente a ella, como un pasmarote. Mientras la miraba se sorprendió de su atuendo, pero no dijo nada.

Al rato mi tía entró de nuevo en la habitación con un bolígrafo en la mano, firmó unos papeles y entregó una propina a la señora y le cerró la puerta. Luego le preguntó a la abuela.

—¿Qué le has dicho a la chica de Seur?