
En una ocasión mi abuela se encontró con un reconocido periodista catalán. Ni corta ni perezosa, con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a su mesa.
—Perdone, ¿Es usted María José Pujal?— A lo que el Sr. Josep María Pujal contestó con gran sentido del humor. —Bueno, no exactamente.